DE LA GRIETA

NO SE CONSTRUYE

CON CÓMPLICES

#UniteContraLaGrieta

EL FUTURO

UN TIEMPO DE TRANSICIÓN

Es un momento crucial. Nos encontramos en un tiempo cuya característica principal es ser la transición entre lo que ya no es más y la incertidumbre sobre lo que sigue.

Asistimos mundialmente a los efectos del desordenamiento del orden internacional, a la crisis de la globalización, que es la de un capitalismo transnacional y financiero sin las regulaciones necesarias, que ha enriquecido exorbitantemente a unos pocos y empobrecido a las mayorías. A los cambios estructurales y tecnológicos que impactan en la organización económica y en el mundo del trabajo, a los problemas del daño al ambiente —que es lo mismo que decir a la humanidad, porque son uno— y de la creciente desigualdad entre regiones, países y al interior de los mismos. Además, y también en consecuencia, a la crisis de la política en tanto cabal representación de una ciudadanía cada vez más descontenta y, con ello, la crisis de la propia democracia. Los vaivenes políticos y la alternancia de gobiernos responden menos a cambios de signo en la preferencia ideológica que al hartazgo ciudadano. En cierta forma, vivimos en suspenso.

En nuestro país, una sociedad que tuvo que adaptarse como pudo a la situación de pandemia, con sus secuelas en pérdidas humanas, existencias trastocadas y enconos políticos que no perdonaron ni el hambre ni la muerte, parece todavía no estar del todo claro qué resultó de todo aquello. Y un sistema político que se reacomoda al mapa surgido de la confirmación de la bipolaridad que arrojó el referéndum por la Ley de Urgente Consideración y que no condujo a ninguna forma visible de disminución de la polarización, más bien lo contrario.

A la mitad del período, el gobierno de coalición tiene señales de agotamiento. Apostó gran parte de las baterías a una ley ómnibus —sentando un pésimo precedente— que presentó como un cambio radical, y ahora no puede exhibir resultados en consonancia. Falta agenda y proyectos estructurales de peso, que no sea la reforma de la seguridad social, a la que, por lo mismo, se le ha dado mayor centralidad. En la Educación, las propias Autoridades se niegan llamarla reforma. En ese sentido, la mayoría de las medidas son parciales o retoques de las gestiones precedentes, y aún así confirman con ellas el signo ideológico de un gobierno del campo de la derecha, al demostrar a quiénes se privilegia y repercutiendo negativamente de una manera u otra en derechos adquiridos y en el bolsillo de la gente. La fórmula coalicionista pasó rápidamente de la hipótesis de un presidente de la República que articularía cinco partidos a un gobierno de partido sin antecedentes en cuanto a lo minoritario, que estudia si acaso le hará lugar a algún reclamo de sus socios. Como consecuencia, la coalición funciona bien bloqueando, pero no proyectando.

Urge pensar, entonces, en el camino a construir desde el campo de la izquierda. Ubicados en la oposición política frente al modelo del campo de la derecha, las izquierdas tienen la necesidad y la obligación de presentar una alternativa que no se agote en lo meramente reactivo, sino en una agenda concreta y tangible de cambios que impacten favorablemente y directamente en las grandes mayorías. El campo de la izquierda, desde un primer momento de adaptación al impacto de la derrota electoral, se reposicionó con fuerza pero aún se encuentra inmerso en la transición hacia la conformación de una propuesta ordenada, tanto política como comunicacional y programáticamente.

En este contexto, desde la Unión de Izquierda Republicana (UNIR) nos proponemos el desafío de proyectar futuro.

MOVIDO POR IDEAS

no por cálculos electorales

UNIR también recorre su propia transición por la triple coincidencia de los mencionados y común a todos pos pandemia y pos referéndum, a lo que en nuestro caso se añade la pos definitiva instalación, luego de un convulsionado derrotero en el período anterior, en la consolidada lógica de los bloques, integrando por convencimiento el de las izquierdas. Tenemos la necesidad y el deber de relanzar nuestra fuerza política y contribuir al mismo tiempo con el bloque que conformamos.

Inicialmente conformado como “Batllistas Orejanos” en el Partido Colorado, nuestro grupo se caracterizó por reivindicar la identidad batllista de Batlle y Ordóñez, lo que atrajo a ciudadanas y ciudadanos de centro izquierda provenientes de otras fuerzas políticas, que enriquecieron su base ideológica. La homogeneidad colorada definitivamente sumergida en el campo de la derecha terminó excomulgando al disidente, lo que determinó la escisión del Partido Colorado en setiembre de 2018. A fines de ese año, en conjunto con el Partido Independiente y el movimiento “Navegantes”, conforma “La Alternativa”, efímero intento de tercera vía —aunque de corte progresista— ante la bipolaridad creciente. En marzo de 2019, en forma casi simultánea en que “Batllistas Orejanos” pasó a denominarse UNIR, “La Alternativa” fue disuelta por decisión unilateral del Partido Independiente. Ya sin la posibilidad de participar en la elección nacional con una expresión electoral propia (no se tenía lema registrado), el camino disponible, que no fuera el de la autodisolución, era participar en la primera vuelta electoral de octubre bajo un lema ya existente. Clarificado como nunca antes el panorama político-electoral, dividido en dos opciones que reunían cada una a los bloques de la derecha y la izquierda, UNIR decide apoyar la candidatura del candidato por el Frente Amplio, Daniel Martínez. Esta decisión se adoptó en el peor escenario electoral de los últimos 15 años para el Frente Amplio y respondió a lo que será una característica fundacional de este grupo: nos mueven las ideas, no los cálculos electorales.

Pese al contexto complejo, UNIR se constituyó en una fuerza política de carácter nacional, obteniendo 24.000 votos en octubre de 2019. Con este importante impulso, en las elecciones departamentales de 2020 UNIR obtuvo cuatro cargos de Ediles departamentales (Canelones, Florida, Montevideo y Soriano). UNIR, además, se encuentra en puestos de gestión pública como en la Dirección de Turismo de la Intendencia de Montevideo y el Directorio de la Administración de Ferrocarriles del Estado. Desde estos lugares, llevamos a la práctica las ideas que nuestro grupo defiende, reafirmando nuestro compromiso con las de 24.000 personas que pusieron su confianza en nosotros.

Hoy tenemos un nuevo desafío.

Describiendo la coyuntura como lo hicimos, también urge que reflexionemos sobre qué puede aportar UNIR, sabiendo que no nos conformamos con ser espectadores, sino que pretendemos ser constructores de un nuevo tiempo.

CONVICCIÓN Y COMPROMISO

Definidos por valores batllistas, sinónimos de progresismo y republicanismo, UNIR se proyecta como una fuerza política comprometida con las renovaciones que el país necesita para seguir avanzando en un camino de desarrollo con progreso. Cuando hablamos de republicanismo nos referimos al respeto de la ley y de las instituciones —entendidas como garantías de convivencia, al mismo tiempo que constructores de realidad—, a la protección de los derechos humanos, a la ética y la transparencia en la función pública, a la profundización de la participación ciudadana. Cuando hablamos de progreso entendemos la eliminación progresiva de las viejas y nuevas irritantes formas de desigualdad, privilegios, dogmatismo, abusos, arbitrariedades y explotación. Creemos en una profunda mirada humanista del Estado y con ello la construcción de ciudadanía, indispensable para la plena realización de las personas. De la mano de lo anterior, generar condiciones de desarrollo del país y garantizar la redistribución de la riqueza, pilares de una gestión política que busque una sociedad más justa y libre. Apostamos por un camino en el que la política vuelva a asumir su responsabilidad colectiva, en donde la herida social de las desigualdades active la acción del Estado, en donde podamos construir más y mejor democracia. Queremos construirlo con una ciudadanía activa, que aporte su mirada, que nos critique cuando nos equivoquemos, que haga suyo este proyecto. Porque toda ciudadana y ciudadano que quiera construir futuro, va a tener lugar en UNIR: es nuestra convicción y es nuestro compromiso.

Este documento nace de los intercambios entre la dirigencia y la militancia de UNIR en todo el país y se establece como hoja de ruta para el trabajo interno, para la afirmación de nuestra visión política y de nuestro lugar de acumulación política, al mismo tiempo que una guía para la acción en los tiempos que vienen. Desarrollamos cómo interpreta UNIR la escena política del país a partir de dos situaciones que marcan este tiempo:
Uno, el protagonismo de un tipo de discurso reñido con los valores republicanos, con antecedentes pero que constituye una novedad por el estatus que alcanza en el espacio público y porque es sostenido también por figuras públicas de primer orden. Un discurso que no solo afecta la calidad de la democracia: la pone incluso en peligro.

Dos, la rotación de fuerza política en el gobierno luego del ciclo de tres períodos de gobierno frenteamplista, lo que implica desafíos para la oposición —entre ella UNIR y cuál será su rol en el proceso— que no se reducen a ejercer el contralor sino en lograr con éxito la generación de una nueva propuesta política, nuevos paradigmas y nuevas estrategias de acumulación social-política-electoral.

Expresamos, entonces, las preocupaciones de nuestra fuerza política junto con consideraciones acerca de cómo vamos a ocuparnos de ellas de aquí en más.

UNIR: nos mueven las ideas, no los cálculos electorales

Creemos en una profunda mirada humanista del Estado, por ello la construcción de ciudadanía resulta indispensable para la plena realización de las personas. De la mano de lo anterior, generar condiciones de desarrollo del país y garantizar la redistribución de la riqueza, son pilares de una gestión política que busque una sociedad más justa y solidaria.

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LO QUE TIENE QUE CAMBIAR

La política de la polarización

Estamos observando la expansión y profundización de una “política de la polarización” como instrumento de lucha política. Estratégicamente se deja correr y promueve a personas que mantienen discursos de odio y anti política. De esta manera, figuras con ideologías duras pero con talantes más sobrios terminan pareciendo moderadas cuando la realidad es que persiguen un objetivo claro: envenenar el natural debate político, pareciendo impolutos mientras otros hacen el trabajo sucio. No hay posibilidad de permitir esos discursos y no ser cómplice.

Lo que hasta hace un tiempo era un rara avis cuya capacidad de daño podía encapsularse, hoy termina siendo componente central en el diálogo y relacionamiento político. Quienes introdujeron este discurso advirtieron que confrontar de esta manera ahorraba gran parte de las explicaciones y justificaciones necesarias de otras medidas ocultas tras fuegos de artificio para, además, sumar un nuevo público desencantado con la forma más tradicional de hacer política. Terminó siendo una práctica sistemática. Advertimos con preocupación que hay francotiradores legitimados que a cara descubierta, sin empacho alguno, utilizan las herramientas de la democracia conspirando contra ella: peor que no incluir al otro, lo anulan, lo deshumanizan. La descalificación es ad hominem y por mil falacias más. Se lincha, se escracha. Es un discurso autoritario que se impone paradójicamente levantando la bandera de la libertad de expresión, mientras que busca denostar a individuos e instituciones que han sido pilares de todo régimen de democracia y libertad, como la prensa o el sistema judicial.

Discurso de odio hubo y hay en todos los partidos. Pero no con iguales responsabilidades. En la coalición de las derechas la extensión es mayor, se ejerce como método y es mantenido por figuras de relevancia política e institucional, no solamente por aquellos que en forma más o menos anónima actúan en las redes sociales. Estamos hablando de ministros y legisladores. Claro, hay un incentivo no menor: mantenerse en el poder.

El discurso de odio es tan peligroso como el rumor de la corrida bancaria. La democracia es una planta que se riega todos los días y necesita de todos los actores, especialmente aquellos que por sus responsabilidades y exposición tienen la primera obligación. Lo que tanto costó construir, puede deshacerse rápidamente: como sucede en la corrida bancaria y las instituciones financieras, la confianza puede desvanecerse y la caída es inevitable. Por eso, quienes se sienten demócratas y republicanos, quienes creen necesario recorrer la vida ciudadana y política con esos valores, saben que se deben aportar granitos de arena en el fortalecimiento de la institucionalidad, para robustecer la forma democrática de convivencia y de sociedad.

La reciente convocatoria a una reunión de los presidentes de Partido es sin duda una muy buena señal pero también, es necesario advertir que hay mucho más para hacer y evitar para que logremos impedir que la próxima elección se convierta en una especie de “batalla final” al mejor estilo de Juego de Tronos, que es a lo que por momentos parecemos estar dirigiéndonos.

La piedra del encierro

Sería un gravísimo error deducir linealmente de la extrema paridad en la votación del referéndum de marzo —un resultado que parecería simétrico con el de la segunda vuelta electoral en noviembre de 2019— que estamos muy cerca de un nuevo triunfo del Frente Amplio en las próximas elecciones nacionales.

El triunfo del Frente Amplio en 2004 cambió al Uruguay. En realidad los cambios le precedían y su imposición en los comicios fue también una consecuencia de aquellos. Suponer que para desalojarlo del gobierno alcanzaría con una propuesta de tipo restauracionista fue el segundo error de los partidos tradicionales. El primero fue creer que el pueblo votó, en el sentido que lo había hecho, por estúpido. Menospreciaron el sentir de la gente. No podemos cometer el mismo error.

Con el tiempo y algo de ingenio, la oposición encontró un formato de oferta electoral con características en parte novedosas y fueron ayudados en la coyuntura por el desgaste natural de cualquier gestión, así como por los errores del gobierno frenteamplista. Pero no habría existido la posibilidad de disputar el poder sin que la oposición entendiera la necesidad de presentarse como la representación de un necesario cambio, aunque en su caso pudiera ser —como comprobamos después— más efecto cosmético que realidad. Un deja vú de sus triunfos anteriores no era opción.

Después de un primer gobierno del Frente Amplio que desplegó una extensa batería de políticas públicas y de reformas progresistas, parangonable por lo mismo exclusivamente a la de los gobiernos batllistas de principios del siglo XX, se produjo un gradual agotamiento de aquella agenda. Al mismo tiempo, el Frente Amplio pareció encerrarse en sí mismo mostrando la peor cara al confrontar con sectores sociales y movimientos ciudadanos que planteaban sus naturales críticas y reclamos. La mano manipuladora de la oposición no explicaba todo. Errores de gestión y el apartamiento de algunos principios ideológicos y éticos caros para las izquierdas, terminaron por generar un combo fatal. Nos preocupa que no se termine de aprender de aquellos errores y no se comprenda qué necesita este nuevo tiempo. Se precisa un planteo renovado del bloque de las izquierdas: nuevos paradigmas, nuevos proyectos, nuevas alianzas, nuevos elencos. No se puede tropezar con la misma piedra. Tengamos presente que la estrategia de ampliar las bases de la convocatoria —social, política e ideológicamente— fue inherente a la propia construcción de la izquierda. La misma se expresó incluso con denominaciones (Frente Amplio – Encuentro Progresista – Nueva Mayoría) para la presentación electoral, pero esencialmente fue un proceso de acumulación, inclusivo de la diversidad de las izquierdas y el progresismo y canalizando distintas sensibilidades, al servicio de un proyecto de largo plazo.

En criollo, no es sólo ganar, no es ganar por un voto:
es mucho más.

Ni un paso más hacia la grieta

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Nuestra propuesta es enfrentar esta realidad, de dos formas: tendiendo puentes y enfrentando el discurso de odio.

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Vamos a ser firmes en impedir que se siga profundizando la grieta.

3

Vamos a pararnos frente a esos discursos de odio vengan de donde vengan.

PUENTES EN LUGAR DE GRIETA

¿Por qué tender puentes?

Consideramos que el Frente Amplio no tiene que apelar únicamente al frenteamplista convencido, porque se cierra a la incorporación de visiones, inquietudes y referentes en áreas diversas a un proyecto progresista. Pero, además, la experiencia del “voto 50” demostró la importancia de alcanzar mayorías y alianzas más amplias para gobernar. Como la más importante fuerza opositora, sería bueno que el Frente Amplio tuviera muy presente su responsabilidad para dar el puntapié en la generación de ese tipo de política de alianzas con sectores políticos y sociales que no siendo frenteamplistas, se sienten de izquierda o progresistas. O incluso, con aquellos con los que no definiéndose expresamente como tales se pueda converger en acuerdos de políticas públicas. Creemos que se deben generar alianzas amplias con quienes honestamente pretenden lo mejor para el país sin importar el cálculo político-electoral.

Pretendemos que se comience cuanto antes con un trabajo de convocatoria y estamos, a su vez, dispuestos a convocar y sumar en esa línea.

Ser radicales contra la grieta

Existe el riesgo real de que la polarización se cronifique. Hay quienes la ejercen. Hay quienes intentan adaptarse, con el objetivo de existir. Hay quienes la capitalizan. Nosotros no comulgamos ni con una cosa ni con la otra.

¿Por qué tender puentes?

Consideramos que el Frente Amplio no tiene que apelar únicamente al frenteamplista convencido, porque se cierra a la incorporación de visiones, inquietudes y referentes en áreas diversas a un proyecto progresista. Pero, además, la experiencia del “voto 50” demostró la importancia de alcanzar mayorías y alianzas más amplias para gobernar. Como la más importante fuerza opositora, sería bueno que el Frente Amplio tuviera muy presente su responsabilidad para dar el puntapié en la generación de ese tipo de política de alianzas con sectores políticos y sociales que no siendo frenteamplistas, se sienten de izquierda o progresistas. O incluso, con aquellos con los que no definiéndose expresamente como tales se pueda converger en acuerdos de políticas públicas. Creemos que se deben generar alianzas amplias con quienes honestamente pretenden lo mejor para el país sin importar el cálculo político-electoral.

Pretendemos que se comience cuanto antes con un trabajo de convocatoria y estamos, a su vez, dispuestos a convocar y sumar en esa línea.

Ser radicales contra la grieta

Existe el riesgo real de que la polarización se cronifique. Hay quienes la ejercen. Hay quienes intentan adaptarse, con el objetivo de existir. Hay quienes la capitalizan. Nosotros no comulgamos ni con una cosa ni con la otra.

COLUMNAS DE OPINIÓN

Identidad

Hoy, y como es sabido, más de mil millones de personas encuentran cambios sustanciales en sus vidas por la afectación de la COVID-19. El Coronavirus protagoniza una pandemia que está batiendo todo tipo de cifras y pronósticos en lo que refiere a lo sanitario, biológico y económico, pero por sobre todo, en lo social y emocional.

En tan solo meses las escalas de afectación han sido de magnitudes globales difícilmente preconcebidas; hoy por hoy transitamos épocas que nos deberían permitir alimentar listas propias y comunes, de buenos propósitos, como mecanismo instrumental y de reflexión para la acción posterior necesaria.

En materia educativa, y desde nuestra humilde perspectiva, nos es de imprescindible vitalidad reconocer y destacar a todas las comunidades educativas de nuestro territorio nacional, en el entendido de que, una vez más los trabajadores de la educación todos, demuestran a diario su basta capacidad de respuesta a las necesidades sociales y principalmente su inagotable compromiso ético y profesional. Ante la adversidad coyuntural de toda esta situación, la visión sigue siendo apostar a los procesos colectivos de construcción, con participación responsable y validación de las capacidades propias y colectivas; hechos que nos fortalecen y nos mantienen juntos apostando, como siempre, a seguir construyendo educación pública, democrática, estatal y liberadora.

Quedó ya en evidencia absoluta la presencialidad vincular, como ámbito central e insustituible desde donde se desarrolla el proceso de enseñanza y aprendizaje. Proceso único, que se sostiene gracias al vínculo pedagógico, afectivo y socio-emocional con los estudiantes, las familias, las comunidades, etc. No podemos, y menos debemos, hablar solamente de igualdad de oportunidades educativas sin tener en cuenta la desigualdad de condiciones de nuestros estudiantes, ya que no solo estaríamos poniendo en peligro la gratuidad sino también el libre acceso a la educación, y por ende el derecho a la misma. Asimismo nadie podrá desconocer las ventajas y posibilidades que nos generan las tecnologías. Las nuevas formas de acceso, los diferentes medios, las plataformas, todo ello coexiste en nuevas formas que seguirán en construcción permanente; su pertinencia complementaria también seguirá siendo construida y validada a medida que las partes involucradas, justamente, así lo entiendan.

Hoy, a excepción de pocos casos que confirman la regla, queda demostrado una vez más el pueblo uruguayo de la solidaridad, los trabajadores comprometidos y conscientes de ser partícipes activos en la transformación social, y en particular, en los trabajadores de la educación como creadores y creativos en innovación constante. A través de un cúmulo de ideas que yerguen ágilmente ante la adversidad, logran anteponerse y seguir constantes ante el desafío próximo.

Queda claro así, la existencia de una sociedad que se reconoce dentro de un Estado de Derecho, una sociedad uruguaya de normas y regulaciones sustentada en una institucionalidad propia que valora y que construye a diario; que estuvo y está dispuesta a defender y reivindicar. Una sociedad tan particular como cualquiera, pero que de forma natural lo considera justo y necesario, que también reconoce y aplica sus diversas formas de participación para la transformación social.

He aquí muestras que surgen a diario; estudiantes y docentes que trabajan juntos en la búsqueda de nuevas formas, en desarrollo de tecnologías y en la concreción de hechos que demuestran y reflejan los rasgos característicos que enaltecen la rica historia de la educación pública uruguaya. La UTU, la UTEC, la UDEALR con marcados ejemplos en este sentido, sin menoscabar otros.

Uno de los principales énfasis a futuro, estará entonces en determinar cómo interactúa, afecta, cohabita y condiciona la utilización masiva de internet y el paradigma de auge de las redes, plataformas y otros. Necesariamente, nos encontraremos a mediano plazo, con un apartado especial para lo relacionado con estos mecanismos y formas de participación y comunicación; también en cuanto a lo que a educación refiere, condición sine qua non para poder mejorar nuestras perspectivas nacionales con autenticidad y criterio.

Nuestra post-realidad, tiene cambios notorios pero seguirá incambiable en cuanto a que mantendrá pilares tan históricos como sólidos en: la solidaridad, fraternidad y calidez de nuestras costumbres; allí está la clave para seguir avanzando en una sociedad de derechos con justicia y sin postergados. Por lo tanto, toda decisión de gobierno ha de estar sujeta a procedimientos regulados por ley y guiados por el absoluto e irrestricto respeto a los derechos de las personas; por lo tanto el papel del gobierno ha de ser cuidar a su pueblo, y el del pueblo es construir músculo en herramienta social de raíces más profundas que permitan defender los derechos conquistados y generen un marco de pensamiento para la acción y el movimiento para seguir avanzando.

Lo que siento y pienso…

Unir se caracteriza por ser un grupo político nacional y de cercanía con el pueblo.

La descentralización en política es clave a la hora de tomar decisiones, elaborar un programa, etc. Estar en el territorio, tener conocimiento de las realidades te hace ser preciso a la hora de tomar una decisión, de trabajar, de entenderla tal cual son. Tener contacto y trabajar en conjunto con los vecinos es la mejor formar de poder lograr los objetivos, nadie sabe mejor de la problemática que el propio involucrado.

Puedo decirlo fehacientemente que esto es la esencia de unir, no precisa mencionarlo, ni escribirlo, es solamente conversar con cada compañero y darte cuenta de esto.

Unir es un grupo político joven, pero con muchos kilómetros de recorrido y aprendizaje adquirido, tenemos claro que cada rincón del país es importante, y no debe de importar el caudal de voto sino lo que hay por hacer.

El capital más grande que tenemos son los compañeros que a lo largo y ancho del país nos acompañan, convencidos de una izquierda republicana moderna, que tiende puentes, escucha, dialoga, que cree que la política es una herramienta de transformación social.

Las mujeres como sujetos políticos

Históricamente las mujeres han sido relegadas del espacio público y esferas del poder, reduciendo así su vida y libertad al ámbito privado (familiar y doméstico), por los mandatos sociales de un sistema tradicionalmente patriarcal que conlleva a una desigualdad estructural en la sociedad.

Uno de los temas centrales del feminismo ha sido y es luchar para abrirle paso a la mujer en la conquista de sus derechos fundamentales para una vida libre, independiente y digna, insertándose así en los distintos ámbitos de la sociedad, como el educativo, político, laboral, sindical, y transformando sus relaciones interpersonales, para llegar a la igualdad de condiciones y oportunidades, aunque sufriendo en el camino gran discriminación y distintos tipos de violencia.
Las mujeres, al vivir en una soledad histórica por muchos siglos, ya que han sido aisladas, siendo descalificadas, tratadas como objetos o incapaces, “el sexo débil”, irracionales, ciudadanas de segunda, inferiores, y un gran etcétera, han tenido un proceso de sociabilización muy distinto al del varón, donde se ha impuesto los sesgos de género, por ende, las ambiciones, deseos, expectativas, pensamientos, comportamientos, han sido condicionados por la educación y los estereotipos socioculturales, la construcción social de lo que significa ser una mujer y ser un varón han sido muy limitantes.

Ser una mujer pública, tal vez en muchas ocasiones tenga costos más altos que beneficios, pero vale la pena, y sin duda tiene mayores dificultades y obstáculos que ser un varón público, ya que ellos nacieron con derechos adquiridos, privilegios, que la mujer se ha desgastado batallando toda su vida por obtenerlos, al ser eternas postergadas.
El relato de la historia universal ha sido contado por varones, donde las mujeres tienen un papel secundario, siendo subestimadas, subrepresentadas, invisibilizadas, eso conlleva a que las mujeres hayan crecido casi sin referentes a las que mirar en la sociedad. La clave es resignificar la historia, nuestra historia, identificando todo lo que nos llevó a vivir la violencia y desigualdad que existe hasta el presente.
La política, ha sido de difícil acceso para la mujer, ya que siempre fue un espacio de toma de decisiones, conducción, y concentración de poder masculino. Además de todos los motivos ya mencionados anteriormente, la baja participación femenina se puede explicar hasta hoy en día por causas multifactoriales estructurales, como que en la mayoría de los casos recaen sobre ellas las tareas domésticas y de cuidados, acarreando desventajas, desmotivación, desgaste físico y psíquico, desigualdad económica y menos tiempo de ocio.
Particularmente Uruguay en su historia ha sido pionero en los derechos civiles y la participación política de la mujer, impulsado en gran parte por el batllismo de José Batlle y Ordóñez, y las obreras y feministas del siglo XX.
Un 3 de julio, del año 1927 en nuestro país ejerció el derecho al voto una mujer por primera vez en toda América Latina, para un plebiscito regional, en la localidad de Cerro Chato. Su nombre fue Rita Ribeira, inmigrante brasileña, afrodescendiente, de 90 años de edad, lo cual fue un acontecimiento histórico. En 1932 se aprobó el derecho al sufragio femenino, pero no fue hasta 1938 que las mujeres votaron por primera vez en una elección nacional.

Unos años después, en 1942 por primera vez ingresan al parlamento mujeres legisladoras, las diputadas Julia Arévalo y Magdalena Antonelli Moreno, y las dos senadoras Sofía Álvarez Vignoli e Isabel Pinto de Vidal. Y el 11 de setiembre de 1946 se aprueba la ley que consagraba los derechos civiles de las mujeres, donde se generó un quiebre, teniendo un impacto cultural y social en la sociedad, donde al fin se las reconoce como sujetos políticos, de derecho, ciudadanas iguales a los varones.

Pero en la actualidad Uruguay aún tiene un gran debe en la igualdad de género y la política, ya que los datos no son alentadores, cuando la población del país está conformada por el 52% de mujeres, en el parlamento la representatividad femenina es de apenas un 30%. Y cabe recordar que desde el 2014 es implementada la Ley de Cuotas donde se estableció que los partidos políticos debían incluir personas de ambos sexos en cada terna de sus listas electorales.
Mostrar y nombrar esta realidad es importante, para ser conscientes, ya que por más que se ha avanzado en los últimos tiempos, es un proceso lento, porque conlleva un cambio cultural y un recambio generacional, y aún queda mucho por hacer, para poder prosperar hacia una sociedad paritaria.
La importancia de la participación de las mujeres en la vida política se ha comprobado al ver cómo influye positivamente en la representatividad, fortaleciendo el pluralismo, influyendo y ampliando la agenda de gobierno y las políticas públicas, porque aportan otros enfoques, distintas prioridades, maneras, sensibilidades y aptitudes. Generalmente dan más visibilidad a las problemáticas sociales desde una perspectiva de género, por su trayectoria, vivencias, sociabilización, que es diversa y complementaria con la de los varones. Así también, que la mujer tenga un rol de liderazgo por votación popular y un lugar de poder, e influencia en conceptos y ejecución, ayuda a combatir los prejuicios discriminatorios y los estereotipos de género, al legitimarle un papel de trascendencia en la sociedad, además de que el estado garantice acciones específicas para reducir la desigualdad, eso trae un impacto a nivel simbólico, que es muy significativo.

Fundamentalmente el motivo por el cual es beneficioso y necesario que las mujeres estén presentes en la organización política es la manera de que haya una democracia plena de calidad, donde el ejercicio de poder sea compartido e igualitario, para el mejor progreso de las sociedades y desarrollo de los potenciales de cada individuo y su crecimiento integral. La Unión Interparlamentaria (UIP), declaró en 1992: «El concepto de democracia sólo tendrá un significado verdadero y dinámico cuando las políticas y la legislación nacional sean decididas conjuntamente por hombres y mujeres y presten una atención equitativa a los intereses y las aptitudes de las dos mitades de la población.»

El desafío consiste en cambiar con convicción y esfuerzo de toda la ciudadanía el orden social fundado a base de discriminaciones y jerarquías. Para que avancemos, mujeres y varones, por un camino más empático para todas y todos, donde nos miremos. Es hora de empezar a escribir una nueva historia más inclusiva y verdadera, donde ya no se silencie ninguna voz.

La esperanza, no es creer que un mundo mejor es posible, es comportarte como si lo fuera. Porque, al fin y al cabo, es en el vínculo con el otro donde nos construimos como sujetos y podemos ser.

UNIR es un grupo que tiene proyección nacional con presencia en varios departamentos del país